La economía española está en pleno auge. Nuestra previsión es que en 2018 se complete un lustro de crecimiento, con una expansión estimada del PIB del orden del 2,5%. La ratio de incumplimiento empresarial, que mide las empresas que incumplen obligaciones económicas o generan certidumbre de que así va a suceder, ha caído en picado y durante los próximos meses oscilará entre el 0,8% y el 0,9%.
Muy lejos quedan los años en los que esta tasa llegó a alcanzar el 5,85%, lo que implicaba que había decenas y decenas de miles de empresas incumpliendo sus obligaciones. En este momento de bonanza hay que huir del conformismo que, como decía John Fitzgerald Kennedy, es “el carcelero de la libertad y el enemigo del crecimiento” y aprovechar para implementar una gestión avanzada del riesgo de crédito. Los empresarios deben ser conscientes de que una adecuada gestión del riesgo de crédito es precisamente una de las grandes lecciones aprendidas de la crisis.
Y es que nada puede ser más dramático para una empresa que tener un negocio perfectamente viable y verse abocado a cerrar a consecuencia de un problema de liquidez. Pues bien, eso es exactamente lo que ha sucedido en al menos uno de cada cinco casos durante la crisis. Este dato pone de manifiesto lo importante que es contar con una gestión avanzada del riesgo de crédito, que se anticipe a las posibles amenazas y evite desagradables sorpresas operativas, para nada bienvenidas. Pero ¿cuáles son las claves de una buena gestión del riesgo de crédito?
La piedra angular es contar con unos sistemas de información ágiles, que proporcionen en tiempo real el conocimiento necesario para identificar correctamente el riesgo de crédito. Es decir, los sistemas de información de la empresa deben ser capaces de detectar anticipadamente dónde se puede producir un impago, con qué cliente, para poder contar con el suficiente margen de maniobra.
Del mismo modo, es imprescindible definir con precisión las políticas de admisión de nuevas operaciones comerciales, definiendo la sensibilidad al riesgo para poder determinar así cuál es el límite de riesgo que puede asumir. El objetivo es maximizar las oportunidades, minimizando el riesgo de impago, que incluso en caso de suceder, podamos gestionar su recobro de la forma más optimizada en base a la mejor información de crédito actualizada de cada empresa que nos ha impagado.
En definitiva, las ventajas que un mayor conocimiento y gestión profesionalizada y proactiva del riesgo aporta son incuestionables: eleva las ventas, al ayudar a detectar las mejores oportunidades; mejora la capacidad de negociación, al minimizar las pérdidas; permite ahorrar tiempo y costes en la gestión de riesgos, redundando en la productividad; aporta una certidumbre razonable sobre el cumplimiento de objetivos y hace que la empresa esté mejor preparada para los cambios.
Ahora es el momento de evolucionar hacia una gestión avanzada del riesgo, pues esperar a que estalle una crisis para tomar decisiones siempre reduce la gama de opciones y las hace más costosas. Aviso a navegantes: no hay lugar a la complacencia; el riesgo de crédito siempre está ahí y puede materializarse a la menor oportunidad.