Los diferentes tipos de facturas y cuándo utilizar cada una es uno de los temas sobre los que más confusión existe entre empresas y profesionales. ¿Sabes en qué se diferencia una factura simplificada de una completa? ¿y los campos obligatorios en cada una de ellas? En el siguiente articulo aclararemos las principales dudas que suele surgir.
¡Vamos allá!
¿Qué es una factura completa?
El Reglamento de Facturación que tenemos actualmente en vigor en España fue aprobado por el Real Decreto 1619 de 2012. ¿Has oído hablar de él? Si no te suena, no te preocupes. En él, figura cómo debe ser una factura completa.
También se denomina factura ordinaria porque es la que se utiliza habitualmente y se trata de un documento oficial que registra una transacción de comercio que puede ser la prestación de un servicio o la compraventa de un producto. En consecuencia, debe contener los siguientes datos obligatorios:
- El número y serie de factura correlativos. Como sabrás, todos estos documentos, ya sean ordinarios o simplificados, tienen que estar numerados de manera correlativa. Y, en determinados casos, también deben hacerse series. Por ejemplo, en un negocio de hostelería que tiene varios locales, establecerá una serie para cada uno de estos.
- Fecha de expedición.
- Datos personales o razón social de las dos partes que intervienen en la operación, tanto la emisora como la receptora, con sus respectivos NIF o CIF.
- Concepto: una breve descripción de los servicios prestados o de los productos vendidos.
- Importes parciales: en caso de que se trate de varias ventas englobadas en una sola factura debe aparecer por separado el importe de cada una de ellas.
- Impuestos: también deben aparecer correctamente aplicados el IVA y, en muchos casos, el IRPF que conlleva la operación.
- Importe total: suma del inicial más las cantidades correspondientes a impuestos.
¿Qué es una factura simplificada?
¿Te ha quedado claro qué es una factura completa? Pues bien, ahora vamos a explicarte qué es una simplificada. El citado Reglamento de Facturación también establecía la factura simplificada como un documento legal a efectos contables para justificar los gastos en una empresa.
Igualmente, señalaba la definición de factura simplificada: un tipo de documento que solo contiene los datos fiscales de quien la emite y que sirve para deducir los gastos de una empresa; es decir, que no hace falta que aparezcan en ella los datos fiscales del receptor.
¿No nos hemos explicado bien? En tal caso, te pondremos un ejemplo: cada vez que pagas en un supermercado o en una cafetería, te dan un tique. Este es una factura simplificada, pues, al igual que otras del mismo tipo, contiene los siguientes datos:
- El número y serie de factura correlativos. En esto no se diferencia de la factura completa.
- La fecha en que se expide.
- El nombre de la empresa emisora o su razón social en caso de tratarse de una sociedad, así como su NIF o CIF. Como ves, es una diferencia fundamental con la ordinaria, ya que en esta última también deben incluirse los datos del receptor.
- El concepto. Como en la completa, es una breve descripción del servicio prestado o del producto vendido. Normalmente, basta el nombre del mismo.
- El tipo de impuesto que lleva aparejada la operación. En caso de que le correspondan diferentes tipos de IVA, las bases imponibles de cada uno deben figurar separadas.
- La cantidad total a pagar.
¿Cuándo es necesaria cada una de estas facturas?
Por otra parte, ¿te preguntas cuándo puedes utilizar la factura simplificada y cuándo puedes necesitar la completa? Lo primero que debes tener claro es que, como norma general, una factura simplificada solo puede emitirse para operaciones que no superen los 400 euros, IVA incluido.
Sin embargo, hay bastantes excepciones a esta regla que permiten hacer este tipo de facturas por valores de hasta 3000 euros con el IVA ya incluido. Por ejemplo, en operaciones vinculadas a la hostelería y restauración, en la venta de billetes de transporte o en servicios de peluquería y belleza.
En cambio, las facturas completas deben ser las emitidas en el caso de las ventas intracomunitarias de productos, las ventas a distancia y las operaciones que se hacen fuera del país donde se aplican los impuestos que debe llevar la factura. Y, finalmente, las operaciones llamadas de inversión del sujeto pasivo (es el receptor quien debe emitir la factura).
Pero es más importante que sepas otro dato que afecta a las facturas simplificadas y más concretamente a su IVA. Si tu empresa la recibe, no podrás deducirlo. La razón es que no incluye los datos del receptor y, por tanto, no sirve para demostrar que tu negocio ha pagado ese IVA. Para poder deducirlo, tienes que solicitar que te hagan otra factura donde aparezcan los datos fiscales de tu empresa.
Hasta aquí nuestro repaso a los tipos de facturas que puedes necesitar y las características de cada una. ¿Tienes ahora más claro cuándo debes emplear cada una y qué campos debes incluir?
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