Artículo sobre Prevención de riesgos laborales publicado por Doiser
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La causa suele ser la incorrecta manipulación de productos tóxicos como la lejía y otros agentes limpiadores o la inhalación de gases y humos. Las medidas preventivas que podemos adoptar para evitar estas situaciones van desde almacenar los productos corrosivos en los lugares destinados a ellos y fuera de nuestro alcance, no emplear recipientes destinados a la comida para el almacenamiento de sustancias tóxicas, procurar mantener siempre sistemas de ventilación en el entorno del trabajo o utilizar guantes cuando estemos manejando estos productos peligrosos.
Las quemaduras suelen ser provocadas por aceite hirviendo, el fuego de la placa de la cocina o por el traslado de alimentos y líquidos a alta temperatura. ¿Qué podemos hacer para evitarlas?
Adoptar medidas como revisar la instalación eléctrica para proteger los enchufes, que las instalaciones de los fogones sean fijas, reducir los elementos que sean potencialmente inflamables, evitar ponerse ropa muy holgada con mangas colgantes y emplear recipientes con protectores en las asas para no quemarnos las manos, son las más idóneas para evitarnos problemas mayores.
Los cortes con el cristal de la vajilla y las heridas provocadas por cuchillos y otros utensilios son muy frecuentes. Para evitarlos debemos utilizar guantes, deshacernos de platos y vasos rotos con filos descascarillados y manipular con mucho cuidado los cuchillos y utensilios afilados, guardándolos posteriormente en un sitio seguro.
Prestar atención al estado de los suelos de la cocina u otras estancias es importante para minimizar este tipo de accidentes. En muchas ocasiones un suelo mojado o grasiento los hace extremadamente resbaladizo, provocando golpes que nos causan todo tipo de lesiones como esguinces, fracturas o luxaciones.
Para evitar este tipo de problemas es conveniente instalar suelos antideslizantes y utilizar un calzado adecuado que evite resbalones. Si se derrama cualquier líquido en el suelo debe limpiarse de forma inmediata; también señalar los obstáculos fijos que existen en el lugar de trabajo (esto evitará muchos golpes).
Una buena educación postural nos evitará futuros dolores como consecuencia del trabajo diario. El dolor de espalda es uno de los más comunes y es ocasionado por una constante mala postura o la incorrecta manipulación de cargas. Es importante no cargar objetos muy pesados y levantarlos doblando las rodillas y no la espalda.
Las varices, que por regla general aparecen en las piernas, son otro efecto secundario de este tipo de trabajo. Para prevenirlas se recomienda no estar mucho tiempo de pie o sentado, evitar la ropa o cinturones muy apretados y no usar calzado demasiado estrecho.
El ruido de máquinas, platos y en general del ambiente de trabajo provoca irritabilidad, pérdida auditiva en los casos más extremos y estrés. Es muy difícil eliminar el ruido, pero sí es posible mantenerlo en unos estándares que garanticen nuestra salud. La adquisición de máquinas y equipos que generen menores vibraciones y ruidos o su aislamiento en la zona de trabajo y utilizar protección auditiva son medidas muy eficaces.
La exposición a ambientes laborales muy calurosos o muy fríos es perjudicial para nuestra salud. Provocan resfriados, hipotermia y golpes de calor. Es obligado mantener en los lugares una temperatura adecuada para realizar el trabajo. Si esto no es posible, y siempre que el lugar sea frío, los trabajadores deben llevar ropa que les abrigue bien; en caso de lugares muy calurosos el puesto de trabajo debe contar con sistemas de refrigeración.
Los estudios avalan que los profesionales de la hostelería están sometidos a mayores niveles de estrés a consecuencia de las características de su trabajo. Para afrontar el estrés laboral hay que actuar: crear un buen entorno laboral, fomentar las buenas relaciones entre los empleados, reconocer su labor, diversificar sus tareas y mejorar la comunicación.
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